dimecres, 18 de març del 2009

Reminiscències del bosc


La prosa poètica del Vent en els salzes ens ha portat el record d’altres boscos que es mantenien latents en el pou de la nostra memòria. L’espai descrit en l’obra de Kenneth Grahame mostra un gran respecte per la natura. La descripció del riu, el bosc, els canvis d’estació, ... es fa d’una manera bella i poètica, donant importància als petits elements i detalls del món natural.
És potser aquest to poètic que utilitza Grahame al parlar d’aquest bosc situat a la vora d'un riu que ens ha dut records d’un altre llibre: “El bosque animado” del gallec Wenceslao Fernández Florez. D'aquesta novel·la es va fer, posteriorment, una pel·lícula homònima que fou premiada als Premis Goya del 2001 [http://www.elbosqueanimado.com/]


Llegiu atentament, a tall d’exemple, aquest fragment ...:


“El bosque era entonces como un palacio fantástico, de mágica fastuosidad. La luz prodigiosa lo penetraba casi horizontalmente y mientras quedaba en sombra el follaje, como una desigual techumbre alicatada, los troncos se hacían visibles y aparecían como millares de columnas cuyas sombras paralelas rayaban el suelo. Y en el suelo la tierra elástica que cedía y se recuperaba bajo los pies era una alfombra de un solo color. Todo lo feo y todo lo pobre desapareció. No se veían hojas muertas ni ramas podridas ni barro, y hasta el agua turbia que se conservaba en las profundas huellas de los carros se convirtió en lingotes de plata. Si se miraba al cielo a través de una enramada, era un encaje negro sobre un fondo de tisú lo que admiraban los ojos, y así hasta las marañas de zarza con sus ásperas hojas tenían, a contraluz, la dignidad de lo bello. El ramaje húmedo se había hecho de plata también, y los troncos de los abedules, y en el lento río las redes de la fantasía podían lograr una inagotable pesca de inquietos peces argentinos. Era la luna como un Midas al que no una maldición sino un hado amable hubiese dado su poder”.

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